Luz Helena Cordero Villamizar
Luz Helena Cordero Villamizar, nacida en Bucaramanga, Colombia, en 1961. Es poeta, narradora, cronista y ensayista. Su obra ha sido incluida eniversas antologías poéticas y de cuentos. Sus poemas se han traducido parcialmente al inglés, portugués, italiano y chino.
Libros publicados:
Ninguna parte también es un lugar (crónicas), 2024.
Todavía nos queda la insolencia (cuentos), 2022.
Unas cuantas tiernas imprecisiones (crónica), 2022.
Pliegos de cordel (poesía, ensayo y crónica), 2019.
Eco de las sombras (poesía), 2018.
Postal de la memoria (poesía antología personal), 2010.
Por arte de palabras (poesía), 2009.
Cielo ausente (poesía), 2001.
El puente está quebrado (relatos), 1998.
Canción para matar el miedo (cuentos), 1997.
Óyeme con los ojos (poesía), 1996.
Gran parte de su obra publicada, además de artículos y reseñas de libros que publica periódicamente, pueden consultarse en su página oficial: https://porartedepalabras.com/
Ejército invisible
En la aguja enhebro un rayo de luz
Marina Tsvietáieva
Sabe que por el ojo de la aguja no pasa un dromedario
pero se empeña en ensartar cada cosa que llega a su cabeza
como los vagones de un tren surcando el tiempo
enhebra todas sus ganas de ser
sin medida
con uñas
todo lo postergado
un puñado de rabia contenida antigua
una precipitación de voces que la sepultan
las culpas que le caen encima como barro
una rebelión de soledades
todas las sábanas sucias
los purgantes
el sabor más amargo
dudas golpes
las grietas de la pared
el poste de la esquina
el hombre que la espiaba a los doce años
todos los muertos anónimos
el eco de su propia voz
que nadie escucha
La muda
la que borda noche y día
punza por recobrar
todo lo que dejó ir
y el pensamiento la sustrae
le roba el canto
le devuelve el brillo de una lágrima
Y contra toda evidencia
en ese ojo donde apenas cabe un delgado rayo de luz
ella deja pasar el ejército que la atropella
De la historia
Contar el pasado como si no lo fuera,
convocar a los ausentes,
sus hazañas y su polvo,
su risa de amargo sonido de campana.
Estar aquí y ahora con los idos,
verlos regresar,
convocar su cansancio,
sus razones, esta vez sin gritos.
Lavar su llanto desteñido,
traducir sus ademanes,
su coraje, su miedo.
Contar el pasado como si no lo fuera
porque sigue doliendo,
destilando su tinta inconclusa.
Descubrir que no somos,
que no estamos sin ellos,
los ineludibles, los muertos
y su costumbre de irse
sin dar explicaciones.
Lección vegetal
Suculenta, a secas, con su nombre jugoso y sensual,
despojada de apelativos botánicos que la opacan,
de especies y familias que la confinan y la humillan.
La que vence la sed con su belleza,
el abandono con su textura,
la crueldad con su color.
La que empina el cuello,
enhiesta permanece
y creyéndose palmera
osa mirar los ojos del sol.
La pertinaz, con su sangre de agua y sus hojas carnosas,
la generosa, suelta hebras rojas
en busca de la mano y de la tierra,
la que ofrece su corazón más verde
mientras a su lado reparten la aridez.
Esa a la que insultan llamándola
crásula, echeveria elegans
y responde aventando ramilletes de terciopelo,
campanas rosas, naranjas, amarillas,
apoyada en el aire con su maceta mínima.
Cada día me ofrece esta lección.
(Poemas del libro inédito “Jardín de azares”, 2024)